“Shin Shin Gan”
LA MIRADA PROFUNDA DEL CORAZÓN
En el último artículo, he sugerido que todos perseguimos lo BUENO, aunque no siempre acertamos en la naturaleza de lo mismo. Aquí voy a explicar por qué. Y nada mejor para romper el hielo que una frase de Lao-Tse que ya lo explica todo.
“Puedo conocer el camino de todas las cosas por lo que hay dentro de mi”.
A lo que añado que, “puesto que soy un hombre, nada de lo humano me resulta ajeno” y por eso voy a hablar de lo más humano. Lo más poderoso de nuestra naturaleza.
A este poder, yo lo denomino “ojo interno” o “percibir conciencias”. Y no hay que asustarse porque en realidad es tan simple que lo podría explicar con las expresiones “sonríe y te sentirás feliz” y “emula al otro y sabrás lo que siente”.
Ahora se estará preguntando…¿a qué viene todo esto que estoy diciendo?
Pues bien...
Por un lado, no existe un solo pasaje significativo de la historia de la humanidad que no haya sido conformado por las interacciones entre las personas. Tal es así que, la historia de los hombres es la historia de lo que han PENSADO y se han DICHO las personas entre sí.
Por otro lado, la supervivencia de la humanidad no ha venido, como se ha pensado hasta hace poco, por el dominio de los utensilios y de las técnicas de consecución del alimento. Sino más bien de la sutil capacidad secreta e íntima de COMPRENDER, REACCIONAR y MANIPULAR a las personas en sociedad, de un modo que en las interacciones se aprende la CONFIANZA, la RECIPROCIDAD, el FAVORITISMO, la INFIDELIDAD, la RIVALIDAD, los CELOS, la CULPABILIDAD, la SIMPATIA, la COMPRENSION, la CONFIANZA, el ENGAÑO, la TRAICION y las habilidades de leer bajo la superficie de lo que vemos, darle sentido y de manejar a otros humanos. En definitiva, todo lo que nos hace humanos.
Esta “penetración psicológica” es posible gracias a la mejor herramienta del ser humano:
la CONCIENCIA.
Y por eso, es conveniente saberlo para el hombre común por la importancia de preguntarnos que desean los demás, que piensan, que sienten, porqué actúan de tal o cual modo y cómo lidiar con esa información para influir, evitar, actuar o canalizar sus conductas. Tanto como para el guerrero del karate lo será conocerlo y transcender ese YO, en vías de una “conciencia no dual” (Kensho) que viene de la cualidad de “estar despierto” o consciencia con “s” (Ishiki).
Los japoneses definen como mínimo, que yo sepa, cinco formas distintas de conciencia. Pero aquí me refiero a la conciencia que ha permitido en mayor medida la supervivencia de nuestra especie: la CONCIENCIA DEL “YO” (Ryoshin).
Esta conciencia a la que me refiero, es la representación interna que cada uno tenemos de nosotros mismos, a través de la SENSACION (darse cuenta de la percepción) que acompaña a la PERCEPCION, y a través del SENTIMIENTO (darse cuenta de la emoción) que acompaña a toda EMOCION.
El mecanismo de funcionamiento radica en el “YOMI” (percibir, leer) interno:
1-Experimentamos la emoción propia.
2-Reconocemos la emoción propia como un sentimiento.
3-Atribuimos ese sentimiento a los demás en las mismas circunstancias.
Y a la inversa, el “YOMI” externo:
1-Vemos una expresión ajena.
2-Reconocemos esa expresión también en nosotros mismos.
3- Le atribuimos la emoción del otro, que nosotros sentimos al poner esa expresión.
De este modo, el YO se convierte en el modelo del YO de los demás.
Y es así como en la historia de la evolución humana, se encendió el “faro de luz” de la CONCIENCIA. Y brilló desde entonces para iluminar el mundo alrededor de cada uno de nosotros.
Pues bien, las herramientas naturales para aprender explorar el alma humano y generar situaciones extraordinarias para aprender a interaccionar y experimentar con sentimientos sin arriesgarse a errores que traigan consecuencias negativas, son el JUEGO y los SUEÑOS.
Pero también el hombre ha creado un aprendizaje artificial de experiencias vicarias inventando sustitutos como los libros, el cine, la música, etc…
Pues bien, ese PODER DE PENETRACION PSICOLOGICA es el acicate para armonizar, sintonizar y ayudarnos unos a otros. Eso es lo mejor de la humanidad. Lo peor de la humanidad son los hombres y mujeres que permanecemos ciegos e indiferentes al sufrimiento de los demás e incluso a veces dañamos a los demás en beneficio nuestro. Sin embargo, en esta sociedad que al que está vestido viste y al que está desnudo lo desnuda, lo más irónico es que la propia CONCIENCIA y el propio hombre consciente es quien creó las instituciones que ahora nos amenazan, permitiendo el TODO VALE con tal de que:
-Produzca dinero.
-Fomente intereses personales.
-Defienda el status quo.
¿Porque?
Pues por las dos formas de ser feliz que existen: una hacerse el ignorante y otra serlo.
Y es por ignorancia por lo que confundimos a veces la naturaleza del “bien conveniente” para los hombres con un mal, y a la inversa.
Y es que, hay Ministros de Defensa que no han estado nunca en una guerra.
Hay sacerdotes o jueces que solucionan problemas conyugales sin nunca haberlo ni sufrido ni siquiera experimentado antes en su mente.
Hay Ministros de Trabajo que nunca han sufrido el paro en sus carnes.
Que muchas veces, todo resulta muy cómico con tal de que le ocurra a otro, y así es como nos convertimos en extraños para los demás y también para nosotros mismos.
En definitiva, que comprender a los demás hasta la letra gorda es obligado para la supervivencia de base. Pero a partir de un punto más detallista en el que podríamos mejorar el mundo, es sólo una opción y no una necesidad. Y esto es porque la gente, las piedras grandes siempre las ve, con las pequeñas tropieza y hace que a veces lleguemos a estar deshumanizados y que confundamos la naturaleza de lo que está bien y de lo que está mal.
Cada persona inicia su vida con un programa de base propicio a crear el mundo de los demás a la imagen de uno mismo. Engendrando así en nosotros un sentimiento mutuo que nos hace proclives a las relaciones de amistad. Y según nos enriquecemos más y más, el mundo que vemos se enriquece con nosotros.
El secreto de todo lo que quiero transmitir aquí, radica en permitir ese sentimiento de que formamos parte de un gran cuerpo que es el mundo.
Comprender ese mundo que sufre y es feliz por los mismos mecanismos nuestros.
Nutrir ese sentimiento magnánime del valor del mundo y de auto-importancia para que llegue a madurar en el reconocimiento de que
SOLO PODEMOS ENTREGAR
LO QUE ESTA EN NOSOTROS,
y de que en definitiva, nuestra CONCIENCIA
es la medida de todas las cosas.
FÉLIX B. DÍAZ