SABIDURÍA DEL KARATE-DO
Por: Félix Bargados
KAIZEN(2)
EN LOS CONTRATIEMPOS
“Un viaje de mil km. comienza con un solo paso”
Y ese paso se encuentra siempre bajo nuestros pies.
En la facilidad de un avance mínimo pero constante.
Hay que dar pasos muy, muy pequeños.
Pasos que sean sostenibles y adaptables a las contingencias de la vida.
Siempre pasos en la dirección elegida, hacia el foco que nos hemos propuesto.
Eso es lo que nos sugiere de manera inequívoca el KAIZEN.
Pero como la naturaleza del mundo es el cambio, los vientos no siempre soplan hacía el mismo lado y no todo es un camino de rosas.
Todos, tarde o temprano experimentamos negruras y adversidades en nuestro arte marcial y en la vida, pero no todos naufragamos en ellas.
¿Acaso nunca ha sufrido un tirón, se ha esguinzado un dedo o ha visto mermadas temporalmente sus capacidades físicas?
En ese caso, siempre se tendrán razones para zozobrar aunque estas no sean razonables.
Mientras que, el artista marcial instruido en el DO del KARATE-DO, sabe que en la batalla de la vida hay demonios siempre al acecho, y que toda batalla tiene su hora definitiva. Por eso, lejos de hundirse ante tales retos, ve una oportunidad en cada adversidad, porque estas adversidades, son en realidad oportunidades decisivas. De hecho, casi podría decirse que los accidentes no existen en el sentido ordinario, porque cada suceso tiene algo que enseñarnos. Y, como suele decirse “no hay mal que por bien no venga”.
Mientras que, el artista marcial instruido en el DO del KARATE-DO, sabe que en la batalla de la vida hay demonios siempre al acecho, y que toda batalla tiene su hora definitiva. Por eso, lejos de hundirse ante tales retos, ve una oportunidad en cada adversidad, porque estas adversidades, son en realidad oportunidades decisivas. De hecho, casi podría decirse que los accidentes no existen en el sentido ordinario, porque cada suceso tiene algo que enseñarnos. Y, como suele decirse “no hay mal que por bien no venga”.
Confío y espero que estarán convencidos como yo lo estoy de que, vivir aislado de estas oportunidades decisivas es vivir sin oportunidades decisivas para el crecimiento espiritual en el arte y en la vida, y nos puede hacer resbalar por el desagüe de las expectativas frustradas. Pongamos un prosaico ejemplo entre los muchos que pueden darse en la vida cotidiana:
Cuando esperamos por alguien, y esta persona que esperamos llega tarde, contradice nuestras expectativas y sentimos malestar.
Mientras que, sin expectativas, simplemente estaremos contentos cuando la otra persona llegue. Pero cuidado, reducir nuestras expectativas no significa renunciar a nuestras intenciones. Significa más bien no dar nada por sentado.
Cuando a un músico se le rompe la tecla de su piano, a veces debe experimentar por vía de hecho, cuanta música debe hacer con las que le quedan.
Pues bien como ejercicio a realizar ahora mismo, definamos una expectativa-deseo que en este mismo momento estemos fraguando, y a continuación seamos conscientes del malestar al que nos estamos dirigiendo con esa expectativa-deseo.
Desapegarse de esa expectativa-deseo nos hará ser más felices.
Del apego surge el pesar.
Y no se trata de indiferencia.
Se trata del KAIZEN pero en desapego.
La indiferencia es extremista.
El KAIZEN pero en desapego es un punto medio, es el equilibrio.
Moverse en el equilibrio es lo que significa moverse en el vacío del DO (TAO) que como uno de sus aspectos más llamativos, proponen los artes marciales.
La indiferencia sólo es buena cuando queremos evitar algo.
En lo que queremos se debe actuar con KAIZEN en desapego.
Y así se saca partido de los inconvenientes, adaptándose.
Haciendo música con las teclas que quedan.
Equilibrando la vida feliz.
Disfrutar del piano con todas las teclas pero sin aferrarse a todas.
Querer una cosa perfecta no es amar la cosa.
A un hijo no se le quiere por ser perfecto, se le quiere también imperfecto.
Amar un arte, no es amarlo si sólo puedo practicar al cien por cien de mi perfección.
El que tiene una querencia especial por un arte, la tiene por igual practicando al cincuenta por ciento.
O al diez por ciento.
O al cinco.
Bien sentado lo anterior, conviene no olvidarse de que el ser humano está definido como un ser racional simplemente porque ningún otro animal puede hacerlo. Pero todos sabemos que la fuerza que nos anima no es tan racional sino más bien emocional.
Las emociones nos impulsan hacia lo que queremos y nos alejan de lo que repudiamos.
No olvidemos al respecto que, es normal caerse en el pozo de las emociones de malestar cuando las cosas se tuercen. Es lo que se llama un momento de flaqueza. Pero…
¿Qué hacer cuando la emoción de desánimo me invade?
Muy sencillo…ADAPTAR Y AYUDAR.
Empecemos por ADAPTAR ¿Cómo adaptar?
En tal sentido, sería admirable ver como un músico durante un concierto, sigue tocando el piano con una tecla de menos.
O sin varías de de menos.
¡Que gran fuente de fuerza inspiradora! Sería el músico más ovacionado del concierto, y con el que más me gustaría estar para impregnarme de su voluntad inquebrantable.
Pero claro, a todos nos gusta hacer el caldo gordo a nuestro ego y tocar perfecto, sin tener en cuenta que la vida no nos garantiza el toque perfecto.
Del mismo modo sería también admirable como un karateka con la rodilla lesionada, dirige el timón de su vida, ingeniándoselas para mantenerse en activo con lo que pueda, para progresar por otros medios o para usar ese inconveniente para probar un nuevo método para progresar que nunca antes hubiese utilizado. En la adversidad conviene tomar métodos atrevidos y así es como sale a la luz nuestra excelencia. Y no hablo de la incongruencia de hacer cosas nuevas, lo que carece absolutamente de sentido para un artista marcial comprometido con su arte, sino de proseguir nuestro camino marcial. Es decir, no con otras aficiones como el que preguntaba al doctor:
-Doctor, después de la operación podré tocar el piano.
-Si claro, perfectamente.
-¡¡¡Que bien!!! Porque antes no sabía.
Hay innumerables métodos que yo mismo he utilizado para seguir entrenando cuando el cuerpo no está al cien por cien. No voy a contar aquí lo que todos sabemos, y con más razón, un artista marcial.
A la luz de lo dicho, se me antoja sencillo afirmar que nuestro mayor desafío en la vida es saber contentarnos con adaptaciones alternativas.
La vida es una oportunidad de experimentar, y ese experimento sólo depende de nosotros en un cincuenta por ciento.
La vida elije las circunstancias y nosotros elegimos como interpretarlas.
Todo camino espiritual está plagado de oportunidades favorables que nos animan, y de acontecimientos desfavorables que sirven de lección espiritual. El caso está en usar la inteligencia para no ser orgulloso en las favorables y ciego en las desfavorables. Porque eso anularía todo aprendizaje verdadero.
Por otro lado está la solución de AYUDAR.
Prestar nuestras manos a la desdicha propia y ajena, al recurrir al frecuente resquemor del victimismo propio de: “no puedo, porque mira que lesión”… contamina el ambiente circundante. Por el contrario, se debe usar audazmente el ¡¡¡OOSSSS!!! tan frecuente entre los karatekas, nunca pronunciado a la ligera, sino que parte de lo más profundo del ser con respiración abdominal profunda. Esta onomatopeya es una contracción de OSAYU GOZAIMASA, cuyo significado se puede asemejar a “afrontar con coraje” , “espíritu de acción imperturbable”, nos lleva a transformar el inconveniente en algo edificante como puede ser influir en los demás con un espíritu imperturbable en toda su brillantez, les hace plantar la semilla de la verdadera resilencia que se encuentra dentro de todo ser humano, y aporta una brisa de fresco animo a los que están bien, aunque también es muy significativo que el emisor de los ánimos se verá recompensado con la misma cortesía, por la energía que irradia de tan bello gesto. De este modo el receptor, reconociendo la ganancia del emisor, podría incluso pensar para sus adentros: "el placer ha sido todo tuyo". Y así es... pero no me pregunte porqué. Experiméntelo y lo sabrá.
¿Le parece raro? Pues así es, el que está peor debe dar ánimos al que está mejor para, por actitud, ponerse también bien (el que está peor).
Esta inmutabilidad del espíritu es lo que experimentaremos al descubrir lo inmutable en el cambio. A esto se le denomina con toda propiedad, “encontrar la quietud en el movimiento”.
Y es que, el valor de las personas se encuentra en la adversidad.
La adversidad es la oportunidad decisiva de crecer y de sacar el máximo partido de nosotros mismos. Y, si eso también sirve para beneficiar a los demás transformando un problema nuestro en algo valeroso, no hay ninguna maravilla humana más noble y generosa.
Saquemos partido de estar inactivos-temporales. Cuando un niño rompe el brazo con el que juega, juega con el otro, y si rompe los dos, juega con las piernas. Pero si rompe las cuatro extremidades, juega a mirar a sus amigos como juegan y aprende, en la típica experiencia vicaria, a ver lo que el mismo hacía cuando estaba bien, pero ahora con una perspectiva mucho más amplia y enriquecida. Algo que nunca hubiese hecho en la “zona de confort”, o sea, En estado perfecto. Saquemos partido de la situación. Comentan los expertos en el tema que, si se dice “sí” al nuevo desafío, nuestro cerebro “neuroplástico” adapta nuevas conexiones neuronales y se ampliará nuestro mundo interno. Estrujemos por tanto, nuestras neuronas para saber elegir el cristal con que mirar la nueva situación y seguir avanzando en KAIZEN pero adaptarnos a los cambios que parecen negativos pero que no lo son. No hay cambios negativos, hay lecciones positivas.
Artículo Original de Félix Bargados
Todos los derechos reservados.
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