EL OLIMPISMO CIERTO FRENTE A LA DUDOSA TRADICION
Desde hace muchos años, grandes organizaciones con altura de miras, intentan
conseguir el dulce sueño de un karate olímpico. Objetivo no sólo lícito sino
lógico por el beneficio publicitario y económico que entre otras cosas supone.
Los detractores del olimpismo, siempre se han escudado en el temor a la
desvirtuación de la supuesta “tradición”, que ha llevado a muchos de la ilusión
al escepticismo, y por último a la accedia.
Tiene su gracia, teniendo en cuenta que el karate
que camina por las calles de hoy en día, es una especie de chucho con pedigrí
de dudoso origen y de rastro nebuloso, cabe preguntarse:
¿Qué es la tradición? ¿Qué es el karate
tradicional? ¿desde cuando el karate se considera tradicional y a partir de que
momento hacia atrás no?
El más común uso del término tradicional se refiere
al manufacturado karate de posguerra fraguado en Japón con un engatusamiento de
tintes estéticos y atléticos en lo referente a los kata, y con el reinvento de
un kumite que prenuncia un tipo de combate con parámetros claramente deportivos
y competitivos.
Quizá otros defiendan como tradicional el karate de
principios del S. XX, con el fundador a la cabeza y seguido de cerca por su hijo
y demás adláteres okinawenses, tratando de niponizar el karate.
¿Y porque no el karate con solera, de caracter
"interno", muy anterior y que se fue desarrollando desde el S.XII,
fundamentado en principios menos físicos, menos ornamentales, y una forma de
combate “próximo” que da sentido a la existencia de los kata?
Quizá en el futuro, el karate olímpico, no menos
deportivo que el que han sugerido los universitarios japoneses de la presunta
“tradicional” época de posguerra, pueda denominarse tradicional, obviando al
karate de épocas anteriores.
Y como que no existe tradición en el mundo que no
haya supuesto la escisión con una tradición anterior, afirmo que, en un mundo
donde la Verdad
es tan difícil de alcanzar, el paraíso se suele encontrar en las medias verdades.
Dicho lo cual, no es menos cierto que, desde que el
mundo es mundo, el hombre imagina cosas y después se hacen realidad.
Pues bien, ha llegado el momento de hacer una
realidad OLIMPICA, sin por ello ser excluyente de ideas anteriores. Donde cada
quien puede quedarse en el punto de evolución que desee, o puede rezar de una
etapa anterior del karate, sin dejar de seguir en paralelo la actual.
Puesto todo esto sobre el tapete, sería corto de
miras denominar “tradición” a lo que es simplemente una costumbre, y no menos
cabestro escudarse en ella. Porque no hay nada más irracional que interpretar
un papel tradicional para disfrazar una triste alienación.
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